Colombia : Un país donde da miedo ser mujer
Ese es el mensaje que como sociedad le estamos enviando a nuestras niñas, jóvenes y mujeres. Y este mensaje se refuerza con el feminicidio de Yuliana Sambony, una pequeña de 7 años que fue secuestrada, abusada sexualmente y torturada, presuntamente, a manos de un hombre de 38 años que vive en uno de los mejores sectores de Bogotá y sobre quién recae vigilancia máxima a las afueras de la clínica donde ha sido internado por una sobredosis de cocaína. El 2016 cierra con 40 casos más de feminicidios que en el año anterior, y no han pasado ni un par de semanas desde que Nataly Salas y Dora Lilia Galvez fueron violadas, golpeadas y empaladas antes de morir.
Detrás de cada acto de violencia contra una mujer -sea cual sea su edad- se encuentra la intención de ejercer control coercitivo sobre ella, no importa que sea a nivel físico, cultural, social o institucional. Y tristemente, en esta sociedad machista que asfixia sistemática y permanentemente los derechos de las mujeres, la raíz del control coercitivo tiene su raíz en la pobre educación que le brindamos a nuestras niñas, niños y jóvenes sobre sus derechos humanos, sexuales y reproductivos desde tempranas edades.
Sumemos a esto las ideas equivocadas con las que criamos a los niños sobre las relaciones de poder y dominación, donde les mostramos que los conflictos se resuelven expresando su ira, reprimiendo sus emociones y “siendo machitos-machitos”, mientras que las niñas están llamadas a no agredir ni objetar para mantener su “rol femenino”. Las limitaciones en estos paradigmas también derivan en la negación de la posibilidad para discutir o cuestionar la autoridad de los adultos o siquiera de dudar de su comportamiento, y entonces es allí donde los abusadores utilizan la confianza del menor para iniciar un contacto muy personal o su fuerza para transgredir sus derechos.
Nos duele esta situación, y nos debe doler mucho. A mí, no sólo me duelen los desenlaces fatales y sonoros como los de Yuliana. Diariamente, también me duelen los casos de los niños, las niñas y las mujeres que mueren en vida con cada día de abuso, violencia, discriminación e injusticias variadas, silentes e impunes. El 6 de Diciembre de 2015, mis socios y yo iniciamos el proyecto -ahora Fundación- MujeresConDerechos.org para generar soluciones a la violencia contra las niñas y mujeres de América Latina viviendo en áreas rurales a través de la educación y el empoderamiento, y allí hemos visto el horrible peso de la discriminación, el abuso, el incesto, la desigualdad y las grandes injusticias sociales que convierten a 1 de cada 3 mujeres víctima de algún tipo de violencia grave.
Debemos seguir denunciando enérgicamente estos casos, exigiendo todo el peso de la justicia y el cumplimiento de condenas ejemplarizantes para los criminales. Sin embargo, más allá del repudio, la condena y la indignación generalizada -y atizada también por el amarillismo mediático- preguntémonos :
-¿A nivel individual y social, estamos haciendo lo suficiente para educar mejor a nuestras niñas, niños y jóvenes sobre el ejercicio libre y responsable de sus derechos humanos, sexuales y reproductivos ?
-¿Les hablamos de forma clara, honesta y directa sobre las causas y las consecuencias de la violencia? ¿Les enseñamos cómo prevenir situaciones riesgosas?
-¿Estamos allí para preguntarles y escuchar qué piensan sobre esta situación de violencia generalizada en nuestro país?
-¿Les hablamos sobre equidad de género, respeto a la diversidad y promoción de los derechos humanos? Y qué tal si esto no sólo lo hacemos con nuestros hijos sino también colaboramos para hacerlo con los hijos de quienes no tienen oportunidad de hacerse estos cuestionamientos?
El repudio no es suficiente. Quejarnos por quejarnos, sin tomar acción y sin generar soluciones reales sobre los problemas no está modificando en nada las crecientes cifras de violencia de género. Por ocupar el asiento pasivo de la queja y el escándalo, estamos perdiendo como sociedad, oportunidades valiosas para re-educarnos en lo verdaderamente importante: una nueva narrativa de paz basada en la educación y en el absoluto respeto por los derechos humanos.
Por favor, no esperemos a que el sensacionalismo, misoginia y negligencia sigan inundando con miedo e ignorancia a la niñez y a la juventud de nuestro país. Pero sobre todo, no nos quedemos en la posición pasiva de la condena y en el repudio vano sin animarnos a tomar un papel más activo para educarnos mejor sobre lo importante. Necesitamos un país donde las niñas y las mujeres, no les de miedo a ser lo que son, ni se sientan condenadas a vivir limitadas o amenazadas. Necesitamos construir todas y todos un mejor país de más Mujeres Con Derechos.
Foto: Vladdo, publicación de 1994 por un feminicidio similar de una niña de 7 años.